delicia

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No sufras por los malvados

Salmo 37 (36)

NO SUFRAS POR LOS MALVADOS,
NO ENVIDIES A LOS QUE OBRAN MAL.
SE SECARÁN COMO LA HIERBA,
COMO EL CÉSPED SE AGOSTARÁN.
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y sé leal,
sea el Señor tu delicia
y él te dará lo que ansía tu corazón.
Encomienda tu camino al Señor
y espera en él,
confía en él, que actuará;
hará brillar tu justicia,
hará brillar tu lealtad.
NO SUFRAS POR LOS MALVADOS …
Cohíbe tu ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
los que obran mal son excluidos,
los que esperan en el Señor
en la tierra entrarán.
Aguarda un momento, desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio los mansos poseen la tierra,
gozan de paz, de paz disfrutarán.
NO SUFRAS POR LOS MALVADOS …
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Hermosa eres, amiga mía

Cantar de los Cantares 6 y 7 – Quinto Poema

HERMOSA ERES,
AMIGA MÍA, COMO TIRSÁ,
BELLÍSIMA, COMO JERUSALÉN.
JERUSALÉN, JERUSALÉN,
JERUSALÉN, JERUSALÉN.
¡Qué lindos son tus pies en las sandalias,
hija de príncipe!
Las curvas de tus caderas,
obra de manos de un artista.
Tu ombligo es como un ánfora redonda.
Tu cuello, es una torre de marfil.
Tus ojos, como las piscinas de Jesbón.
Tu cabeza es como el monte Carmelo,
tu pelo, es como la púrpura;
¡un rey en él está prisionero!
HERMOSA ERES, AMIGA MÍA …
«¿Quién es ésta que surge como la aurora,
bella como la luna,
esplendente como el sol?»
¡Qué bella eres, oh amor,
qué bella eres, oh delicia!
Bellísima como Jerusalén,
bellísima como Jerusalén,
Jerusalén ¡Aay! Jerusalén,
Jerusalén, Jerusalén.
HERMOSA ERES, AMIGA MÍA …