cesar

Aparece 4 veces en 4 canto(s)

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Plegaria Eucarística IV

(1988)

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
Realmente es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre Santo,
porque tú eres el único Dios vivo y verdadero
que existes desde siempre y vives
para siempre; luz sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida,
hiciste todas las cosas,
para colmarlas de tus bendiciones
y alegrar su multitud
con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia,
contemplando la gloria de tu rostro,
te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría,
y por nuestra voz las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
SANTO, SANTO, SANTO ...
Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande,
porque hiciste todas las cosas
con sabiduría y amor.
A imagen tuya creaste al hombre
y le encomendaste el universo entero,
para que, sirviéndote a ti, su creador,
dominara todo lo creado.
Y cuando por desobediencia perdió tu amistad,
no lo abandonaste al poder de la muerte
sino que, compadecido,
tendiste la mano a todos,
para que te encuentre el que te busca.
Reiteraste, tu alianza a los hombres;
por los profetas los fuiste llevando
con la esperanza de la salvación.
Padre Santo, tanto amaste al mundo
que, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
nos enviaste como salvador a tu único Hijo.
El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo,
nació de María la Virgen,
y así compartió en todo,
nuestra condición humana,
menos en el pecado;
anunció la salvación a los pobres,
la liberación a los oprimidos
y a los afligidos el consuelo.
Para cumplir tus designios,
él mismo se entregó a la muerte
y, resucitando, destruyó la muerte.
RESUCITANDO,
DESTRUYÓ LA MUERTE
Y NOS DIO NUEVA VIDA.
Y para que no vivamos ya
para nosotros mismos, sino para él,
que por nosotros murió y resucitó,
envió, Padre, desde tu seno el Espíritu Santo
como primicia para los creyentes,
a fin de santificar todas las cosas
llevando a plenitud tu obra en el mundo.
Y este mismo Espíritu santifique, Señor,
estas ofrendas, para que sean Cuerpo
y Sangre de Jesucristo, Nuestro Señor,
y así celebremos el gran misterio
que nos dejó, como alianza eterna.
Porque él mismo llegada la hora en que había
de ser glorificado por ti, Padre Santo,
habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.
Y, mientras cenaba con sus discípulos,
tomó pan, te bendijo,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz
lleno del fruto de la vid y te dio gracias,
lo pasó a sus discípulos diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque este es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres,
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra Fe.
ANUNCIAMOS TU MUERTE, SEÑOR,
PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN,
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Por eso, nosotros, Señor, al celebrar ahora
el memorial de nuestra redención,
recordamos la muerte de Cristo,
y su descenso al lugar de los muertos,
proclamamos su resurrección
y ascensión a tu derecha;
y mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,
sacrificio agradable a ti
y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta víctima
que tú mismo has preparado a tu Iglesia,
y concede a cuantos compartimos
este pan y este cáliz,
que congregados en un solo cuerpo,
por el Espíritu Santo,
seamos en Cristo, víctima para tu alabanza.
ALABANZA DE TU GLORIA.
ALABANZA DE TU GLORIA.
Acuérdate, Señor, de todos aquellos
por quienes ofreciste este sacrificio;
de tu servidor el Papa ...
de nuestro obispo ..., del orden episcopal
de todo el clero, de cuantos aquí reunidos
hacemos esta oblación,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan
con sincero corazón.
Acuérdate también de los que
murieron en la Paz de Cristo
y de todos los difuntos
cuya fe solo tú conociste.
Padre, misericordioso,
que todos tus hijos nos reunamos
en la heredad de tu reino.
con María, la Virgen Madre de Dios,
y con los apóstoles y los santos;
y allí, junto con toda la creación,
libre ya de pecado y de muerte,
te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo
todos los bienes.
Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
a ti Dios Padre omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y gloria,
por los siglos de los siglos.
AMÉN, AMÉN, AMÉN, AMÉN.
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Prefacio para Adviento y Navidad

Prefacio de Adviento II – Melodía para el tiempo de Adviento y Navidad

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso
y eterno, por Cristo, Señor Nuestro.
A quien todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre,
Juan lo proclamó ya próximo
y señaló después entre los hombres.
El mismo Señor nos concede ahora
prepararnos con alegría,
al misterio de su nacimiento,
para encontrarnos así, cuando llegue,
velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso, con los ángeles y arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO, SANTO, SANTO ...
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Salmodia para las oraciones universales

Melodía para utilizar en las Oraciones universales

Oremos, hermanos
por la Iglesia santa de Dios,
por su servidor el Papa
por los obispos, los sacerdotes, diáconos,
y todo el pueblo santo:
para que partícipes de los bienes celestiales
podamos anunciar a este mundo que sufre
la Buena Noticia de Jesucristo resucitado.
¡ESCÚCHANOS, OH SEÑOR!
Oremos, hermanos, por los gobernantes,
y por todos los hombres
que han sido constituidos como jefes
y conductores de las naciones:
para que cesen las guerras,
para que desaparezcan las divisiones,
y se construyan caminos
de paz y justicia para todos los pueblos.
¡ESCÚCHANOS, OH SEÑOR!
Oremos por todos los hombres
que sufren en su cuerpo o en su espíritu,
y por todos los pobres de la tierra:
para que por medio de tus profetas
reciban el anuncio de la salvación y la vida,
el consuelo de tu Palabra
y la comunión de los fieles de tu Iglesia.
¡ESCÚCHANOS, OH SEÑOR!
Oremos por esta asamblea santa,
que convocada en tu Nombre
celebra hoy el memorial de la muerte
y resurrección de tu Hijo:
para que el Señor nos conceda a todos
el celo por la salvación de los hombres,
el amor a los que sufren,
y la alegría de proclamar,
en esta generación,
tu amor y tu misericordia.
¡ESCÚCHANOS, OH SEÑOR!
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La voz de mi amado

Cantar de los Cantares 2,8-17

¡La voz de mi amado!
Helo aquí que viene,
saltando por los montes,
brincando por los collados.
Semejante es mi amado a una gacela,
o a un joven cervatillo,
semejante es mi amado a una gacela.
Vedle que ya se para
detrás de nuestra cerca,
mira por la ventana, atisba por la reja.
Empieza a hablar mi amado y me dice:
¡LEVÁNTATE, AMADA MÍA,
LEVÁNTATE,
HERMOSA MÍA, Y VENTE!
Porque, mira, ha pasado ya el invierno,
han cesado las lluvias y se han ido.
Aparecen las flores en la tierra,
el tiempo de las canciones ha llegado,
se oye el arrullo de la tórtola.
Echa la higuera sus yemas
y la viña exhala su fragancia.
¡LEVÁNTATE, AMADA MÍA …
Paloma mía, que vives en las grietas de la roca,
en escarpados escondrijos,
déjame oír tu voz, déjame oír tu voz.
Cazadnos las raposas, las pequeñas raposas
que devastan nuestra viña,
porque nuestra viña está ya en flor,
PORQUE NUESTRA VIÑA ESTÁ YA EN FLOR.
Mi amado es para mí,
y yo soy para mi amado.
Antes que sople la brisa
y se alarguen las sombras con la muerte,
RETORNA, RETORNA, RETORNA.
¡LEVÁNTATE, AMADA MÍA …