existir

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Alabad al Señor en el cielo

Salmo 148

¡Alabad al Señor en el Cielo,
¡ALABADLO!
alabad al Señor en lo alto,
¡ALABADLO!
alabadlo, todos sus ángeles,
¡ALABADLO!
alabadlo, todos sus ejércitos!
¡ALABADLO!
Alabadlo, sol y luna,
¡ALABADLO!
alabadlo, estrellas lucientes.
¡ALABADLO!
Alabadlo, espacios celestes
¡ALABADLO!
y aguas que cuelgan en el cielo. ¡ALABADLO!
Alaben el nombre del Señor,
¡ALABADLO!
porque Él lo mandó, y existieron. ¡ALABADLO!
Les dio consistencia perpetua ¡ALABADLO!
y una ley que no pasará.
¡ALABADLO!
Alabad al Señor en la tierra,
¡ALABADLO!
cetáceos y abismos del mar.
¡ALABADLO!
Rayos, granizo, nieve y bruma, ¡ALABADLO!
viento huracanado
que cumple sus órdenes.
¡ALABADLO!
Montes y todas las sierras,
¡ALABADLO!
árboles frutales y cedros.
¡ALABADLO!
Fieras y animales domésticos, ¡ALABADLO!
reptiles y pájaros que vuelan. ¡ALABADLO!
Reyes y pueblos del orbe,
¡ALABADLO!
príncipes y jefes del mundo.
¡ALABADLO!
Los jóvenes
y también las doncellas,
¡ALABADLO!
los viejos a una con los niños. ¡ALABADLO!
Alaben el nombre del Señor,
¡ALABADLO!
el único nombre sublime.
¡ALABADLO!
Su majestad,
sobre el cielo y la tierra,
¡ALABADLO!
Él da fuerza y vigor a su pueblo. ¡ALABADLO!
Alabanza de todos sus fieles, ¡ALABADLO!
de Israel, su pueblo elegido.
¡ALABADLO!
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El necio piensa que Dios no existe

Salmo 14 (13)

EL NECIO PIENSA QUE DIOS NO EXISTE.
SE HAN CORROMPIDO,
Y HACEN COSAS ABOMINABLES.
NO HAY QUIEN OBRE EL BIEN,
NO HAY QUIEN OBRE EL BIEN.
El Señor desde el cielo
se inclina hacia los hombres,
para ver si hay alguno que sea justo,
un hombre que busque a Dios,
un hombre que busque a Dios.
Todos se han desviado, están pervertidos.
Nadie que haga el bien, ni siquiera uno.
EL NECIO PIENSA …
No entienden nada los malvados
que devoran a mi pueblo como pan.
No invocan nunca al Señor,
mas temblarán de espanto.
Porque Dios está con el justo:
el Señor es su refugio.
Porque Dios está con el justo:
el Señor es su refugio.
PORQUE DIOS ESTÁ CON EL JUSTO:
EL SEÑOR ES SU REFUGIO.
EL NECIO PIENSA …
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Himno a la Kenosis

Filipenses 2,1-11

Con un mismo amor,
con un mismo espíritu,
con los mismos sentimientos.
Nada por rivalidad, ni por vanagloria,
mas todo con humildad,
considerando a los otros
como superiores a ti,
no buscando tu propio interés;
teniendo los sentimientos de Jesús.
El cual, siendo Dios,
no retuvo ávidamente su dignidad,
sino que se hizo hombre.
Y hecho hombre se humilló a sí mismo
tomando condición de esclavo,
obedeciendo hasta la muerte.
Y qué muerte: muerte de pecador,
muerte de malhechor,
muerte de cruz.
Por eso Dios lo resucitó,
lo exaltó y le dio el Nombre
más alto que existe.
Cristo Jesús es el Señor, ALELUYA.
Cristo Jesús es el Señor, ALELUYA.
Cristo Jesús es el Señor, ALELUYA.
¡ALELUYA!
ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.
ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.
ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.
¡ALELUYA!
Cristo Jesús es mi Señor, ALELUYA.
Cristo Jesús es tu Señor, ALELUYA.
Cristo Jesús es el Señor, ALELUYA.
¡ALELUYA!
ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA ...
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Plegaria Eucarística IV

(1988)

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
Realmente es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre Santo,
porque tú eres el único Dios vivo y verdadero
que existes desde siempre y vives
para siempre; luz sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida,
hiciste todas las cosas,
para colmarlas de tus bendiciones
y alegrar su multitud
con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia,
contemplando la gloria de tu rostro,
te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría,
y por nuestra voz las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
SANTO, SANTO, SANTO ...
Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande,
porque hiciste todas las cosas
con sabiduría y amor.
A imagen tuya creaste al hombre
y le encomendaste el universo entero,
para que, sirviéndote a ti, su creador,
dominara todo lo creado.
Y cuando por desobediencia perdió tu amistad,
no lo abandonaste al poder de la muerte
sino que, compadecido,
tendiste la mano a todos,
para que te encuentre el que te busca.
Reiteraste, tu alianza a los hombres;
por los profetas los fuiste llevando
con la esperanza de la salvación.
Padre Santo, tanto amaste al mundo
que, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
nos enviaste como salvador a tu único Hijo.
El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo,
nació de María la Virgen,
y así compartió en todo,
nuestra condición humana,
menos en el pecado;
anunció la salvación a los pobres,
la liberación a los oprimidos
y a los afligidos el consuelo.
Para cumplir tus designios,
él mismo se entregó a la muerte
y, resucitando, destruyó la muerte.
RESUCITANDO,
DESTRUYÓ LA MUERTE
Y NOS DIO NUEVA VIDA.
Y para que no vivamos ya
para nosotros mismos, sino para él,
que por nosotros murió y resucitó,
envió, Padre, desde tu seno el Espíritu Santo
como primicia para los creyentes,
a fin de santificar todas las cosas
llevando a plenitud tu obra en el mundo.
Y este mismo Espíritu santifique, Señor,
estas ofrendas, para que sean Cuerpo
y Sangre de Jesucristo, Nuestro Señor,
y así celebremos el gran misterio
que nos dejó, como alianza eterna.
Porque él mismo llegada la hora en que había
de ser glorificado por ti, Padre Santo,
habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.
Y, mientras cenaba con sus discípulos,
tomó pan, te bendijo,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz
lleno del fruto de la vid y te dio gracias,
lo pasó a sus discípulos diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque este es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres,
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra Fe.
ANUNCIAMOS TU MUERTE, SEÑOR,
PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN,
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Por eso, nosotros, Señor, al celebrar ahora
el memorial de nuestra redención,
recordamos la muerte de Cristo,
y su descenso al lugar de los muertos,
proclamamos su resurrección
y ascensión a tu derecha;
y mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,
sacrificio agradable a ti
y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta víctima
que tú mismo has preparado a tu Iglesia,
y concede a cuantos compartimos
este pan y este cáliz,
que congregados en un solo cuerpo,
por el Espíritu Santo,
seamos en Cristo, víctima para tu alabanza.
ALABANZA DE TU GLORIA.
ALABANZA DE TU GLORIA.
Acuérdate, Señor, de todos aquellos
por quienes ofreciste este sacrificio;
de tu servidor el Papa ...
de nuestro obispo ..., del orden episcopal
de todo el clero, de cuantos aquí reunidos
hacemos esta oblación,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan
con sincero corazón.
Acuérdate también de los que
murieron en la Paz de Cristo
y de todos los difuntos
cuya fe solo tú conociste.
Padre, misericordioso,
que todos tus hijos nos reunamos
en la heredad de tu reino.
con María, la Virgen Madre de Dios,
y con los apóstoles y los santos;
y allí, junto con toda la creación,
libre ya de pecado y de muerte,
te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo
todos los bienes.
Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
a ti Dios Padre omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y gloria,
por los siglos de los siglos.
AMÉN, AMÉN, AMÉN, AMÉN.
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La Cordera de Dios

Mateo 1,18ss

Era la Virgen María prometida de José,
cuando antes de que vivieran juntos,
se encontró encinta por obra
del Espíritu Santo.
Y José, como era justo
y no quería repudiarla,
decidió abandonarla en secreto.
¡QUÉ AMARGA ES EL AGUA, MARÍA!
CORDERA DE DIOS, HUMILDE CORDERA
QUE NO TE RESISTES AL MAL.
MADRE DE JESÚS Y MADRE NUESTRA,
RUEGA POR NOSOTROS,
RUEGA POR NOSOTROS.
María dio a luz a su hijo,
lo envolvió en pañales
y lo acostó en un pesebre
porque no había sitio para ellos en la posada.
¡QUÉ AMARGA ES EL AGUA, MARÍA! …
Y una noche José se levantó,
tomó al niño y a su madre
y huyó a Egipto
porque querían matar al niño.
¡QUÉ AMARGA ES EL AGUA, MARÍA! …
Un grito se siente en Ramá, ¡Ay Ayaay!
un llanto y un lamento grande:
es Raquel que llora a sus hijos,
y no quiere ser consolada,
porque ya no existen.
¡QUÉ AMARGA ES EL AGUA, MARÍA! …
El Ángel del Señor le dijo a José en Egipto:
«Levántate, toma contigo
al niño y a su madre,
y vuelve a la tierra de Israel;
porque «de Egipto llamé a mi Hijo.»
CORDERA DE DIOS ...