cumplir

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A ti, Señor, se debe la alabanza en Sion

Salmo 65 (64)

A ti, Señor, se debe la alabanza, en Sión.
A ti se te cumple el voto, en Jerusalén.
A ti que escuchas la oración
viene todo mortal, viene todo mortal.
A TI QUE ESCUCHAS LA ORACIÓN
VIENE TODO MORTAL,
VIENE TODO MORTAL.
Pesan sobre nosotros nuestros pecados,
mas tú perdonas nuestras culpas.
Dichoso el que tú eliges, el que tú llamas,
vivirá en tus atrios.
A ti que escuchas la oración
viene todo mortal, viene todo mortal.
A TI QUE ESCUCHAS LA ORACIÓN …
¡Nos saciaremos de los bienes de tu casa,
de la santidad de tu templo!
Con los prodigios de tu amor
tú nos hablas,
con los portentos de tu justicia
nos respondes.
A ti que escuchas la oración
viene todo mortal, viene todo mortal.
A TI QUE ESCUCHAS LA ORACIÓN …
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Alabad al Señor en el cielo

Salmo 148

¡Alabad al Señor en el Cielo,
¡ALABADLO!
alabad al Señor en lo alto,
¡ALABADLO!
alabadlo, todos sus ángeles,
¡ALABADLO!
alabadlo, todos sus ejércitos!
¡ALABADLO!
Alabadlo, sol y luna,
¡ALABADLO!
alabadlo, estrellas lucientes.
¡ALABADLO!
Alabadlo, espacios celestes
¡ALABADLO!
y aguas que cuelgan en el cielo. ¡ALABADLO!
Alaben el nombre del Señor,
¡ALABADLO!
porque Él lo mandó, y existieron. ¡ALABADLO!
Les dio consistencia perpetua ¡ALABADLO!
y una ley que no pasará.
¡ALABADLO!
Alabad al Señor en la tierra,
¡ALABADLO!
cetáceos y abismos del mar.
¡ALABADLO!
Rayos, granizo, nieve y bruma, ¡ALABADLO!
viento huracanado
que cumple sus órdenes.
¡ALABADLO!
Montes y todas las sierras,
¡ALABADLO!
árboles frutales y cedros.
¡ALABADLO!
Fieras y animales domésticos, ¡ALABADLO!
reptiles y pájaros que vuelan. ¡ALABADLO!
Reyes y pueblos del orbe,
¡ALABADLO!
príncipes y jefes del mundo.
¡ALABADLO!
Los jóvenes
y también las doncellas,
¡ALABADLO!
los viejos a una con los niños. ¡ALABADLO!
Alaben el nombre del Señor,
¡ALABADLO!
el único nombre sublime.
¡ALABADLO!
Su majestad,
sobre el cielo y la tierra,
¡ALABADLO!
Él da fuerza y vigor a su pueblo. ¡ALABADLO!
Alabanza de todos sus fieles, ¡ALABADLO!
de Israel, su pueblo elegido.
¡ALABADLO!
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María, madre de la Iglesia

Juan 19,26-34

«Mujer, he ahí a tu hijo, he ahí a tu hijo,
he ahí a tu hijo, ahí tienes a tu hijo.
Ahí tienes a tu Madre,
ahí tienes a tu Madre.»
MARÍA, MADRE MÍA,
MARÍA, MADRE NUESTRA.
VEN A VIVIR CONMIGO,
VEN A MI CASA
Y ENSÉÑANOS A AMAR A TU HIJO
COMO LO HAS AMADO TÚ,
Y ENSÉÑANOS A AMAR A TU HIJO
COMO LO HAS AMADO TÚ.
«Tengo sed, tengo sed,
todo se ha cumplido,
todo se ha cumplido,
todo se ha cumplido
MARÍA, MADRE MÍA ...
Llegaron, pues, los soldados,
y viendo que estaba muerto,
no le quebraron las piernas,
mas uno de los soldados
le atravesó el costado con la lanza
y al instante salió sangre y agua,
sangre y agua.
MARÍA, MADRE MÍA,
MARÍA, MADRE NUESTRA.
TÚ ERES MADRE DE LA IGLESIA
QUE NACE DEL COSTADO DE CRISTO
COMO ESPOSA, NUEVA EVA.
QUE NACE DEL COSTADO DE CRISTO
COMO ESPOSA, NUEVA EVA.
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Tú que eres fiel

Salmo 143 (142)

Señor, escucha, mi oración,
presta oídos a mi súplica.
TÚ QUE ERES FIEL,
TÚ QUE ERES FIEL RESPÓNDEME,
POR TU JUSTICIA RESPÓNDEME.
No llames a juicio a tu siervo,
ningún hombre es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue,
estrella mi vida contra el suelo.
TÚ QUE ERES FIEL …
Extiendo mis manos hacia ti,
tengo sed de ti como tierra reseca.
¡Escúchame pronto, Señor,
que me falta el aliento!
TÚ QUE ERES FIEL …
Hazme conocer el camino,
la vía que he de seguir.
Líbrame de mis enemigos,
Señor, que me refugio en ti.
TÚ QUE ERES FIEL …
Enséñame a cumplir tu voluntad,
porque tú eres mi Dios;
tu Espíritu me guíe,
tu Espíritu me guíe por tierra llana.
TÚ QUE ERES FIEL …
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Plegaria Eucarística II - Modelo I (1ª parte)

Modelo I

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, siempre y en todo lugar,
a ti, Padre Santo,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra,
hiciste todas las cosas.
Tú nos lo enviaste hecho hombre
por obra del Espíritu Santo,
para que, nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
MURIENDO
DESTRUYÓ NUESTRA MUERTE,
RESUCITANDO
RESTAURÓ NUESTRA VIDA.
Por eso, con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
SANTO, SANTO, SANTO ...
185

Plegaria Eucarística II - Modelo II

Modelo II (1987)

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO.
Verdaderamente
es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias, siempre y en todo lugar.
A ti, Padre Santo, por Jesucristo,
tu amadísimo Hijo.
Por él, que es tu Palabra viviente,
hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste Salvador y Redentor
hecho hombre por obra del Espíritu Santo,
y nacido de la Virgen María,
para cumplir tu voluntad
y adquirir para ti un pueblo santo,
Él extendió sus brazos en la cruz,
muriendo destruyó la muerte.
Y proclamó
la resurrección.
Y PROCLAMÓ
LA RESURRECCIÓN.
Por este misterio de salvación,
unidos a los ángeles y a los santos
cantamos a una sola voz
el himno de tu gloria:
SANTO, SANTO, SANTO ...
Santo eres en verdad, Señor,
fuente de toda santidad:
santifica estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
de manera que sean para nosotros
Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado
a su Pasión, voluntariamente aceptada,
tomó pan, dándote gracias,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz, y dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra fe.
ANUNCIAMOS TU MUERTE, SEÑOR,
PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN,
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
Así, pues, Padre, al celebrar ahora
el memorial de la muerte
y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el pan de vida
y el cáliz de salvación,
y te damos gracias porque nos haces dignos
de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos
del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia
extendida por toda la tierra;
y con el Papa …,
con nuestro obispo …
y de todos los que en ella cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de nuestros hermanos
que durmieron en la esperanza
de la resurrección,
y de todos los que han muerto
en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen Madre de Dios,
San José su santo esposo, los apóstoles
y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna
y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
AMÉN, AMÉN, AMÉN.
188

Plegaria Eucarística IV

(1988)

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
Realmente es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre Santo,
porque tú eres el único Dios vivo y verdadero
que existes desde siempre y vives
para siempre; luz sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida,
hiciste todas las cosas,
para colmarlas de tus bendiciones
y alegrar su multitud
con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia,
contemplando la gloria de tu rostro,
te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría,
y por nuestra voz las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
SANTO, SANTO, SANTO ...
Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande,
porque hiciste todas las cosas
con sabiduría y amor.
A imagen tuya creaste al hombre
y le encomendaste el universo entero,
para que, sirviéndote a ti, su creador,
dominara todo lo creado.
Y cuando por desobediencia perdió tu amistad,
no lo abandonaste al poder de la muerte
sino que, compadecido,
tendiste la mano a todos,
para que te encuentre el que te busca.
Reiteraste, tu alianza a los hombres;
por los profetas los fuiste llevando
con la esperanza de la salvación.
Padre Santo, tanto amaste al mundo
que, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
nos enviaste como salvador a tu único Hijo.
El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo,
nació de María la Virgen,
y así compartió en todo,
nuestra condición humana,
menos en el pecado;
anunció la salvación a los pobres,
la liberación a los oprimidos
y a los afligidos el consuelo.
Para cumplir tus designios,
él mismo se entregó a la muerte
y, resucitando, destruyó la muerte.
RESUCITANDO,
DESTRUYÓ LA MUERTE
Y NOS DIO NUEVA VIDA.
Y para que no vivamos ya
para nosotros mismos, sino para él,
que por nosotros murió y resucitó,
envió, Padre, desde tu seno el Espíritu Santo
como primicia para los creyentes,
a fin de santificar todas las cosas
llevando a plenitud tu obra en el mundo.
Y este mismo Espíritu santifique, Señor,
estas ofrendas, para que sean Cuerpo
y Sangre de Jesucristo, Nuestro Señor,
y así celebremos el gran misterio
que nos dejó, como alianza eterna.
Porque él mismo llegada la hora en que había
de ser glorificado por ti, Padre Santo,
habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.
Y, mientras cenaba con sus discípulos,
tomó pan, te bendijo,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz
lleno del fruto de la vid y te dio gracias,
lo pasó a sus discípulos diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque este es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres,
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra Fe.
ANUNCIAMOS TU MUERTE, SEÑOR,
PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN,
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Por eso, nosotros, Señor, al celebrar ahora
el memorial de nuestra redención,
recordamos la muerte de Cristo,
y su descenso al lugar de los muertos,
proclamamos su resurrección
y ascensión a tu derecha;
y mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,
sacrificio agradable a ti
y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta víctima
que tú mismo has preparado a tu Iglesia,
y concede a cuantos compartimos
este pan y este cáliz,
que congregados en un solo cuerpo,
por el Espíritu Santo,
seamos en Cristo, víctima para tu alabanza.
ALABANZA DE TU GLORIA.
ALABANZA DE TU GLORIA.
Acuérdate, Señor, de todos aquellos
por quienes ofreciste este sacrificio;
de tu servidor el Papa ...
de nuestro obispo ..., del orden episcopal
de todo el clero, de cuantos aquí reunidos
hacemos esta oblación,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan
con sincero corazón.
Acuérdate también de los que
murieron en la Paz de Cristo
y de todos los difuntos
cuya fe solo tú conociste.
Padre, misericordioso,
que todos tus hijos nos reunamos
en la heredad de tu reino.
con María, la Virgen Madre de Dios,
y con los apóstoles y los santos;
y allí, junto con toda la creación,
libre ya de pecado y de muerte,
te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo
todos los bienes.
Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
a ti Dios Padre omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y gloria,
por los siglos de los siglos.
AMÉN, AMÉN, AMÉN, AMÉN.