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Aparece 20 veces en 12 canto(s)

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56

Cuando el Señor

Salmo 126 (125)

Cuando el Señor hizo volver
a los cautivos de Sión, nos parecía soñar;
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
PORQUE AL IR, SE VA LLORANDO,
LLEVANDO LA SEMILLA;
MAS AL VOLVER, SE VIENE CANTANDO
TRAYENDO LAS GAVILLAS.
¡Grandes cosas ha hecho, maravillas
ha hecho el Señor con nosotros!
¡Por eso estamos alegres!
PORQUE AL IR, SE VA LLORANDO …
66

El necio piensa que Dios no existe

Salmo 14 (13)

EL NECIO PIENSA QUE DIOS NO EXISTE.
SE HAN CORROMPIDO,
Y HACEN COSAS ABOMINABLES.
NO HAY QUIEN OBRE EL BIEN,
NO HAY QUIEN OBRE EL BIEN.
El Señor desde el cielo
se inclina hacia los hombres,
para ver si hay alguno que sea justo,
un hombre que busque a Dios,
un hombre que busque a Dios.
Todos se han desviado, están pervertidos.
Nadie que haga el bien, ni siquiera uno.
EL NECIO PIENSA …
No entienden nada los malvados
que devoran a mi pueblo como pan.
No invocan nunca al Señor,
mas temblarán de espanto.
Porque Dios está con el justo:
el Señor es su refugio.
Porque Dios está con el justo:
el Señor es su refugio.
PORQUE DIOS ESTÁ CON EL JUSTO:
EL SEÑOR ES SU REFUGIO.
EL NECIO PIENSA …
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Escóndeme en lo oculto de tu tienda

Salmo 27 (26)

ESCÓNDEME
EN LO OCULTO DE TU TIENDA,
SOBRE TU ROCA LEVÁNTAME.
Yahveh es mi luz y mi salvación,
¿a quién he de temer?
Yahveh es el refugio de mi vida,
¿por quién he de temblar?
ESCÓNDEME ...
Cuando se acercan contra mí los malvados
a devorar mi carne,
son ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropiezan y sucumben.
ESCÓNDEME ...
Aunque acampe un ejército contra mí,
mi corazón no teme;
aunque estalle una guerra contra mí,
estoy seguro en ella.
ESCÓNDEME ...
Una cosa he pedido a Yahveh,
eso solo estoy buscando:
habitar en la Casa del Yahveh,
todos los días de mi vida.
ESCÓNDEME ...
Él me dará cobijo en su cabaña
el día de la desdicha;
me esconderá en lo oculto de su tienda,
sobre su roca me levantará.
ESCÓNDEME ...
Escucha, Yahveh, mi voz que clama,
¡tenme piedad, respóndeme!
Sí, Yahveh, tu rostro busco:
no me ocultes tu rostro.
ESCÓNDEME ...
100

Llévame al cielo

Filipenses 1,23

¡LLÉVAME AL CIELO,
LLÉVAME AL CIELO, OH SEÑOR!
PORQUE MORIR, PORQUE MORIR
ES CON MUCHO LO MEJOR,
ES CON MUCHO LO MEJOR.
ESTAR CONTIGO, ESTAR CONTIGO.
Una cosa te ruego, eso sólo te pido:
no dudar nunca de tu amor;
no dudar nunca de ti.
Estar contigo,
ESTAR CONTIGO.
¡LLÉVAME AL CIELO ...
Oh qué bueno, oh qué dulce
ha sido tu amor conmigo,
ha sido tu amor conmigo.
Oh qué bueno,
OH QUÉ DULCE.
¡LLÉVAME AL CIELO ...
Una cosa te ruego …
¡LLÉVAME AL CIELO ...
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Magníficat

Lucas 1,46-55

PROCLAMA MI ALMA
LA GRANDEZA DEL SEÑOR,
SE ALEGRA MI ESPÍRITU
EN DIOS MI SALVADOR.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones.
DESDE AHORA ME FELICITARÁN
TODAS LAS GENERACIONES,
porque el Poderoso
ha hecho grandes cosas en mí:
su nombre es santo.
PORQUE EL PODEROSO
HA HECHO GRANDES COSAS EN MÍ:
SU NOMBRE ES SANTO.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.
ÉL HACE PROEZAS CON SU BRAZO:
DISPERSA A LOS SOBERBIOS DE CORAZÓN,
derriba a los poderosos
y ensalza a los humildes,
A LOS HAMBRIENTOS
COLMA DE BIENES
Y A LOS RICOS DESPIDE VACÍOS.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia.
AUXILIA A ISRAEL, SU SIERVO,
ACORDÁNDOSE DE LA MISERICORDIA
como lo había prometido
en favor de Abraham.
COMO LO HABÍA PROMETIDO
EN FAVOR DE ABRAHAM.
PROCLAMA MI ALMA …
140

Si habéis resucitado con Cristo

Colosenses 3,1-4

SI HABÉIS RESUCITADO CON CRISTO,
BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA,
DONDE ESTÁ CRISTO,
DÓNDE ESTÁ CRISTO
SENTADO A LA DIESTRA DE DIOS.
Aspirad a las cosas del Cielo,
y no a las de la tierra.
ASPIRAD A LAS COSAS DEL CIELO,
Y NO A LAS DE LA TIERRA.
Porque habéis muerto,
porque habéis muerto,
y vuestra vida está oculta
unida con Cristo en Dios.
Y cuando
aparezca Cristo,
que es vuestra vida,
entonces vosotros
apareceréis gloriosos con Él.
SI HABÉIS RESUCITADO CON CRISTO …
Aspirad a las cosas del Cielo,
y no a las de la tierra.
ASPIRAD A LAS COSAS DEL CIELO,
Y NO A LAS DE LA TIERRA.
Porque habéis muerto,
y vuestra vida está oculta
unida con Cristo en Dios.
PORQUE HABÉIS MUERTO,
Y VUESTRA VIDA ESTÁ OCULTA
UNIDA CON CRISTO EN DIOS.
Y cuando
aparezca Cristo,
que es vuestra vida,
entonces vosotros
apareceréis gloriosos con Él.
SI HABÉIS RESUCITADO CON CRISTO …
143

Sión, madre de todos los pueblos

Salmo 87 (86)

Su fundación está sobre los montes santos:
el Señor ama las puertas de Sión
más que todas las moradas de Jacob.
De ti se dicen cosas estupendas,
ciudad de Dios:
«Recuerdo a Ráhab y Babilonia,
Palestina, Tiro y Etiopía.
Cuando alguno nace en ellas
se dice: fulano nació allí»,
Mas de Sión se dice: «Madre.»
PORQUE TODOS HAN NACIDO EN ELLA.
EL SEÑOR, ÉL MISMO LA FUNDÓ.
¡MADRE, MADRE CIUDAD DE DIOS!
El Señor escribe en el libro de los pueblos:
«Éste ha nacido en ella»,
y danzando cantarán:
«están en ti todas mis fuentes.»
Y DANZANDO, DANZANDO CANTARÁN.
TODAS MIS FUENTES ESTÁN EN TI.
¡MADRE, MADRE CIUDAD DE DIOS!
182

Plegaria Eucarística II - Modelo I (1ª parte)

Modelo I

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, siempre y en todo lugar,
a ti, Padre Santo,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra,
hiciste todas las cosas.
Tú nos lo enviaste hecho hombre
por obra del Espíritu Santo,
para que, nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
MURIENDO
DESTRUYÓ NUESTRA MUERTE,
RESUCITANDO
RESTAURÓ NUESTRA VIDA.
Por eso, con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
SANTO, SANTO, SANTO ...
185

Plegaria Eucarística II - Modelo II

Modelo II (1987)

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO.
Verdaderamente
es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias, siempre y en todo lugar.
A ti, Padre Santo, por Jesucristo,
tu amadísimo Hijo.
Por él, que es tu Palabra viviente,
hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste Salvador y Redentor
hecho hombre por obra del Espíritu Santo,
y nacido de la Virgen María,
para cumplir tu voluntad
y adquirir para ti un pueblo santo,
Él extendió sus brazos en la cruz,
muriendo destruyó la muerte.
Y proclamó
la resurrección.
Y PROCLAMÓ
LA RESURRECCIÓN.
Por este misterio de salvación,
unidos a los ángeles y a los santos
cantamos a una sola voz
el himno de tu gloria:
SANTO, SANTO, SANTO ...
Santo eres en verdad, Señor,
fuente de toda santidad:
santifica estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
de manera que sean para nosotros
Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado
a su Pasión, voluntariamente aceptada,
tomó pan, dándote gracias,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz, y dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra fe.
ANUNCIAMOS TU MUERTE, SEÑOR,
PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN,
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
Así, pues, Padre, al celebrar ahora
el memorial de la muerte
y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el pan de vida
y el cáliz de salvación,
y te damos gracias porque nos haces dignos
de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos
del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia
extendida por toda la tierra;
y con el Papa …,
con nuestro obispo …
y de todos los que en ella cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de nuestros hermanos
que durmieron en la esperanza
de la resurrección,
y de todos los que han muerto
en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen Madre de Dios,
San José su santo esposo, los apóstoles
y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna
y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
AMÉN, AMÉN, AMÉN.
188

Plegaria Eucarística IV

(1988)

El Señor esté con vosotros.
Y CON TU ESPÍRITU.
Levantemos el corazón.
LO TENEMOS LEVANTADO
HACIA EL SEÑOR.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
ES JUSTO Y NECESARIO,
ES JUSTO Y NECESARIO.
Realmente es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre Santo,
porque tú eres el único Dios vivo y verdadero
que existes desde siempre y vives
para siempre; luz sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida,
hiciste todas las cosas,
para colmarlas de tus bendiciones
y alegrar su multitud
con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia,
contemplando la gloria de tu rostro,
te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría,
y por nuestra voz las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
SANTO, SANTO, SANTO ...
Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande,
porque hiciste todas las cosas
con sabiduría y amor.
A imagen tuya creaste al hombre
y le encomendaste el universo entero,
para que, sirviéndote a ti, su creador,
dominara todo lo creado.
Y cuando por desobediencia perdió tu amistad,
no lo abandonaste al poder de la muerte
sino que, compadecido,
tendiste la mano a todos,
para que te encuentre el que te busca.
Reiteraste, tu alianza a los hombres;
por los profetas los fuiste llevando
con la esperanza de la salvación.
Padre Santo, tanto amaste al mundo
que, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
nos enviaste como salvador a tu único Hijo.
El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo,
nació de María la Virgen,
y así compartió en todo,
nuestra condición humana,
menos en el pecado;
anunció la salvación a los pobres,
la liberación a los oprimidos
y a los afligidos el consuelo.
Para cumplir tus designios,
él mismo se entregó a la muerte
y, resucitando, destruyó la muerte.
RESUCITANDO,
DESTRUYÓ LA MUERTE
Y NOS DIO NUEVA VIDA.
Y para que no vivamos ya
para nosotros mismos, sino para él,
que por nosotros murió y resucitó,
envió, Padre, desde tu seno el Espíritu Santo
como primicia para los creyentes,
a fin de santificar todas las cosas
llevando a plenitud tu obra en el mundo.
Y este mismo Espíritu santifique, Señor,
estas ofrendas, para que sean Cuerpo
y Sangre de Jesucristo, Nuestro Señor,
y así celebremos el gran misterio
que nos dejó, como alianza eterna.
Porque él mismo llegada la hora en que había
de ser glorificado por ti, Padre Santo,
habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.
Y, mientras cenaba con sus discípulos,
tomó pan, te bendijo,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz
lleno del fruto de la vid y te dio gracias,
lo pasó a sus discípulos diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque este es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres,
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra Fe.
ANUNCIAMOS TU MUERTE, SEÑOR,
PROCLAMAMOS TU RESURRECCIÓN,
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Por eso, nosotros, Señor, al celebrar ahora
el memorial de nuestra redención,
recordamos la muerte de Cristo,
y su descenso al lugar de los muertos,
proclamamos su resurrección
y ascensión a tu derecha;
y mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,
sacrificio agradable a ti
y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta víctima
que tú mismo has preparado a tu Iglesia,
y concede a cuantos compartimos
este pan y este cáliz,
que congregados en un solo cuerpo,
por el Espíritu Santo,
seamos en Cristo, víctima para tu alabanza.
ALABANZA DE TU GLORIA.
ALABANZA DE TU GLORIA.
Acuérdate, Señor, de todos aquellos
por quienes ofreciste este sacrificio;
de tu servidor el Papa ...
de nuestro obispo ..., del orden episcopal
de todo el clero, de cuantos aquí reunidos
hacemos esta oblación,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan
con sincero corazón.
Acuérdate también de los que
murieron en la Paz de Cristo
y de todos los difuntos
cuya fe solo tú conociste.
Padre, misericordioso,
que todos tus hijos nos reunamos
en la heredad de tu reino.
con María, la Virgen Madre de Dios,
y con los apóstoles y los santos;
y allí, junto con toda la creación,
libre ya de pecado y de muerte,
te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo
todos los bienes.
Por Cristo, con Cristo y en Cristo,
a ti Dios Padre omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y gloria,
por los siglos de los siglos.
AMÉN, AMÉN, AMÉN, AMÉN.
225

Oh Señor, mi corazón ya no es ambicioso

Salmo 131 (130)

OH SEÑOR, MI CORAZÓN YA NO ES AMBICIOSO
NI SE ELEVA CON SOBERBIA MI MIRADA,
NI VOY EN BUSCA DE COSAS GRANDES
QUE SON SUPERIORES A MIS FUERZAS.
Aquietada y acallada está mi alma
como un niño pequeño en brazos de su madre.
¡Como un niño amamantado está mi espíritu,
como un niño, dentro de mí!
OH SEÑOR, MI CORAZÓN YA NO ES AMBICIOSO …
Aquietada y acallada está mi alma …
¡Espere, Israel, en el Señor!
¡ESPERE, ISRAEL, EN EL SEÑOR!
¡Espere, Israel, ahora y siempre!
240

En una noche oscura

Subida al Monte Carmelo – San Juan de la Cruz

EN UNA NOCHE OSCURA,
CON ANSIAS, EN AMORES INFLAMADA,
¡OH DICHOSA VENTURA!
SALÍ SIN SER NOTADA,
ESTANDO YA MI CASA SOSEGADA.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y encelada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que la alborada!,
¡oh noche que juntaste,
amado con amada,
amada en el amado transformada!
¡OH NOCHE QUE GUIASTE! …
EN UNA NOCHE OSCURA …