entrañas

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Elí, Elí, lamá sabactaní

Salmo 22 (21)

ELÍ, ELÍ, LAMÁ SABACTANÍ.
DIOS MÍO, DIOS MÍO:
¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
¡Qué lejos te siento de mis gritos!
De día clamo, y no respondes,
grito de noche, y no hay reposo para mí.
ELÍ, ELÍ, LAMÁ SABACTANÍ …
¡Mas tú eres el Santo,
tú que vives en medio de mi pueblo!
A ti clamaron nuestros padres,
y tú les ayudaste,
en ti confiaron, y nunca quedaron confundidos.
Entonces, Dios, ¿por qué no me ayudas?
¿Acaso no soy un hombre?
Eso soy yo: soy un gusano,
desprecio de la gente, asco del pueblo,
todos los que me ven de mí se ríen,
menean la cabeza y dicen:
«Se confió a Dios, ¡que él lo libre,
que él le salve, si tanto dice que le ama!»
Sí, que tú me amas, sí, que tú me quieres,
en el seno de mi madre me formaste;
cuando me dio a luz ya me ofreció a ti,
desde el vientre tú ya eras mi Dios.
ELÍ, ELÍ, LAMÁ SABACTANÍ …
Soy agua sucia que se tira,
todos mis huesos se dislocan,
mi corazón como cera
se derrite en mis entrañas.
Mi paladar está seco como teja,
y mi lengua está pegada a la garganta.
ELÍ, ELÍ, LAMÁ SABACTANÍ …
Perros innumerables me rodean,
una banda de malhechores me acomete,
taladran mis manos y mis pies.
Se pueden contar mis huesos;
me observan y me miran, se reparten
mis vestidos, se sortean mi túnica.
¡Mas tú, Dios mío, no estés lejos,
ven en mi ayuda, fuerza mía,
libra mi alma de la espada,
libra mi vida de las fauces del león,
libra mi alma de los cuernos de los búfalos!
¡Anunciaré, yo, tu nombre a mis hermanos,
en medio de la asamblea te cantaré!:
«Los que a Yahveh amáis, dadle alabanza,
raza de Jacob, glorificad a Yahveh,
temedle, pueblo de Israel.»
Porque ha sido el Único
que no has tenido asco de este pobre
ni has desdeñado la miseria de mi vida;
no me ha ocultado su rostro cuando le invocaba.
Por eso, yo ahora sé que los pobres vivirán,
los pobres comerán, serán saciados,
los que buscan a Yahveh lo encontrarán:
¡su corazón, su corazón, vivirá para siempre!
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He esperado en el Señor

Salmo 40 (39)

HE ESPERADO,
HE ESPERADO EN EL SEÑOR
Y ÉL HACIA MÍ SE HA INCLINADO,
HA ESCUCHADO MI GRITO,
ME HA SACADO
DE LA FOSA DE LA MUERTE.
Me ha sacado del fango de la ciénaga;
ha puesto mis pies sobre la roca,
ha establecido mis pasos
en un camino, en un camino de salvación.
HE ESPERADO …
Ha puesto en mi boca un cantar nuevo,
una alabanza, una alabanza a nuestro Dios;
muchos vendrán y lo verán,
y tantos en él confiarán.
HE ESPERADO …
¡Dios mío, cuántas maravillas,
cuántos prodigios en nuestro favor!
Si los quiero anunciar y proclamar,
son tantos que me superan en número.
HE ESPERADO …
No quisiste sacrificios ni oblación,
por eso me has abierto el oído;
no has querido víctima por la culpa,
por eso he dicho: he aquí que vengo
para hacer tu voluntad.
NO QUISISTE ...
HE ESPERADO …
De mí está escrito en tu libro
que yo haga, Señor, tu voluntad.
Dios mío, eso sólo quiero,
tu palabra, tu palabra en mis entrañas.
HE ESPERADO …